lunes, 9 de febrero de 2015

DIARIO: UNA TARDE EN LOFTUS ROAD.

Estos últimos días pasé unas pequeñas vacaciones visitando la ciudad de Londres. A parte de visitar los lugares más típicos de la capital inglesa tuve tiempo para poder asistir a un partido del campeonato liguero de allí, la Premier League. Aunque había grandes encuentros durante esta última jornada en la ciudad del Big Ben, fue realmente imposible asistir ni al partidazo de White Hart Lane, uno de los maravillosos derbis locales, ni a Upton Park, para presenciar la magia de la academia del futbol contra el Manchester United. Asistí a un partido menos espectacular quizás por el nombre de los dos equipos pero, aun así disfruté como un niño pequeño que pisa por primera vez el estadio donde juega su equipo. En este post explicaré como fue mi experiencia en Loftus Road, deleitándome con un apasionante Queens Park Rangers -  Southampton.
El partido se disputaba a la típica hora anglosajona para este deporte: sábado a las 3 de la tarde. Así que después de visitar por la mañana la emblemática zona de Portobello Market y comer algo cerca de Nothing Hill Gate, nos dirigimos al metro más cercano para ponernos en dirección White City, una de las dos paradas que te aproximan al campo. Llegamos temprano, aún no había mucho ambiente en las cercanías así que decidimos acercarnos al estadio para conocer la zona. A la vez que te acercabas las calles iban tiñéndose paulatinamente de los colores del equipo local, azul y blanco. La gente, sentada fuera del recinto, aprovechaba para comprar algo de comida, desde el típico fish and chips inglés hasta un perrito caliente. El ambiente era frío. Rozaría los 2 o 3 grados, un día nublado el cual lo acompañaba esa lluvia que no moja que ellos llaman drizzle. Por suerte, poco antes del partido, dejó de llover. Llegados al estadio, se ve la parte exterior de la tribuna, unas grandes letras en blanco sobre todo el fondo azul eléctrico que escriben Loftus Road Stadium. Un campo pequeño, con capacidad para 18.200 espectadores que se ve incrustado entre las amables casas de una zona residencial.
Loftus Road.
Una de las fachadas del estadio.
La entrada principal al estadio.




















Visto que aún era temprano, decidimos dar la vuelta al campo. Los goles y la otra tribuna quedaban camuflados con los hogares que lo rodeaban y en ciertos momentos podías perder de vista el campo. Al volver a llegar delante de la zona principal, acabamos entrando por la puerta que nos tocaba.
Ya dentro, buscamos nuestros asientos. En la llamada “family zone”, en un gol, cerca del córner izquierdo, en la tercera fila. Pocos espectadores a falta de algo más de una hora para que arrancara el choque. Investigando encontramos la razón. En cada entrada había una especie de bar gigante, con varias pantallas ofreciendo el típico carrusel de deportes y una barra donde los supportes podían tomar la última cerveza antes de entrar al campo. Se agradecía estar allí, así que tomamos una pinta para entrar en calor antes del partido. La gente se aglomeraba en las pantallas, pendiente del derbi de Londres que se disputaba en aquellos instantes. Cuando nos quisimos dar cuenta, el pub estaba totalmente lleno. Acabada nuestra bebida, quisimos ir a nuestros asientos a disfrutar del ya mejor ambiente.
Loftus Road a ras de césped.
Los jugadores calentaban cerca de nosotros ensayando tiros a portería, algunos de los cuales iban directos a nuestra zona poniendo nuestra salud en riesgo. Pudimos observar de cerca las estrellas del humilde QPR y sobre todo al ídolo de la afición: el carismático “paleta” Charlie Austin. El campo se llenaba progresivamente y frente nuestro, en el otro gol, la parte de arriba se teñía de rojo. Los aficionados del soton se colocaban en su zona, y la llenaban. Realmente me sorprendió la cantidad de hinchas visitantes desplazados.
A falta de diez minutos, el estadio estaba lleno. Era pequeño, pero no cabía ni un alfiler. Los hooligans más radicales estaban colocados a nuestra izquierda, en la parte alta, ocupando una esquina que parecía que hacía resonar sus cánticos más fuertes de lo que eran incluso. Los jugadores saltaron al campo, la grada entera empezó a recitar canciones de apoyo a los suyos y la sensación era que cada una de las gargantas que nos rodeaban cantaba al son de los Rangers. El árbitro silbó, y los primeros minutos de juego se convirtieron en un auténtico hervidero. Fueron quizás los que más disfruté. En ese momento era cuando los hinchas animaron más y cuando el ambiente era más espectacular.
Loftus Road durante el partido.
Había varios detalles del partido interesantes, futbolísticamente hablando.  El QPR, segundo por la cola, había sufrido la dimisión de su técnico esa misma semana. Harry Redknapp había abandonado al equipo de forma extraña y durante el partido, un técnico interino, Chris Ramsey, ocupaba su lugar. Jugaba el polémico jugador Taraabt, que no había disputado muchos minutos durante la temporada y que disfrutaba de su primera titularidad en liga. Empezarían desde el banco jugadores como Zárate y Vargas.
El partido empezó con dominio visitante y tuvo que ser detenido durante unos siete minutos por un golpe en la cabeza que recibió el defensa del soton Targett. La primera parte acabó sin goles, solo con un remate al poste tras un córner para el Southampton y un tiro de Elia, delantero del mismo equipo, que salió desviado tras una mala salida del portero Green.
La segunda parte el equipo local fue a más y gracias al apoyo de su hinchada consiguió llegar con más peligro. Taraabt dejó algunos detalles de calidad sobre el campo y algún chut peligroso, pero fue substituido y renegado al banco en los primeros minutos de la segunda parte por Zárate. Sorprendía que el QPR tuviera la iniciativa en el partido, aunque se llevaban algún susto por parte de Mané y Wanyama, piezas claves para Koeman. Pellé me decepcionó bastante, solo destacó en algún momento en su función de boya, pero nunca dio muestras de peligro. Austin estuvo apagado, se veía que tenía las ideas claras, que sabía qué debía hacer para marcar, pero no le llegó ninguna pelota en buena posición y acabo su partido sin crear ocasiones.

Zárate esperando una substitución para lanzar un córner.
Con la entrada de Zárate los Rangers tuvieron varias ocasiones que no supieron aprovechar. Se añadieron cuatro minutos, cosa que animó a la grada pensando que podía llegar el gol que se les estaba resistiendo. Pero por desgracia de los aficionados, fue totalmente al revés y en el 93 un gran chut cruzado de Mané tiró por suelo todo el ánimo del estadio. La afición abandonaba sus respectivos asientos. Ya en la última jugada del partido, tras una serie de rechaces, el QPR consiguió igualar la contienda, pero el linier lo anuló por un fuera de juego correctamente pitado, cosa que hizo que la grada saltara sobre él con toda clase de insultos y recriminaciones llenas de impotencia.
Finalizado el partido, nos dispusimos a volver al centro y nos pusimos a andar entre la muchedumbre hacia el metro. Una muchedumbre que aun con el decente partido de los suyos, llevaba caras largas, pues empezaban a oler muy de cerca lo que podía ser volver a la Championship. Frío día y más frío aun desenlace para los aficionados del QPR que volvían a casa sobre las cinco viendo cómo se iba yendo la luz del día y empezaba a llegar la noche, y entre ellos, estaba yo que, también medio enfadado con la derrota podía asegurar que esa tarde quedaría grabada en mis retinas durante mucho tiempo.

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