Pero pongámonos un poco en situación: corría el año 2004 y el Madrid de los galácticos, y también de un tal Queiroz, se enfrontaba en cuartos a un humilde Mónaco que estaba siendo la revelación del torneo. En las filas del equipo francés jugaba Fernando Morientes, cedido por el club blanco a causa de los pocos minutos de los que disfrutaba tras la llegada de Ronaldo a la capital española. Parecía un mero trámite para un equipo que aspiraba a ganar su décima orejona ya por entonces. Aquel Mónaco, estaba repleto de estrellas, aunque nadie lo sabía por entonces. Además de Morientes, en sus filas se encontraban jugadores como Prso, Evra (que curiosamente jugó el partido de ayer), Adebayor o el gran Ludovic Giuly. Aun así, en la ida, disputada en el Bernabéu, el conjunto blanco ganó con una comodidad relativa:4-2. El Moro marcó un gol, y la eliminatoria volaba a Francia casi sentenciada, y lo estuvo más cuando, en el partido de vuelta, Raúl marcaba en la primera parte y obligaba a los monegascos a anotar tres tantos para pasar a la siguiente ronda. Y aunque parezca increíble, lo consiguieron. Es verdad que no fue solo Morientes quien eliminó al que era aun su equipo, pues el capitán Giuly marcó dos de los tres goles, incluido el tercero, que hizo llegar a la locura al Louis II, pero el gran cabezazo de Fernando quedaría marcado en la historia como la respuesta de un jugador al club que no lo quiso valorar, tal y como quedó marcado ayer el gol de Morata. Eso sí, Morientes celebró el gol sin cortarse ni un pelo, no como Álvaro.
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El Moro celebrando el tanto que ajustaba el marcador en aquél partido de 2004 |
Aunque parezcan dos casos iguales, tienen sus diferencias, lo hemos visto, y personalmente creo que esta vez, Florentino no tiene la culpa de vender a una promesa, o más bien, la culpa de que el Madrid no haya llegado a la final no es de la decisión de vender a Morata. Me explico. Puedo entender la marcha de Morata el verano pasado en busca de unos minutos, pues estaba claro que el Madrid no se los podía proporcionar. Poco podía hacer Floren para satisfacer a Álvaro con la BBC por delante de él, pero el caso Morientes fue distinto, pues el chico fue remplazado por uno de los galácticos y se le restó la importancia que tenía en aquella plantilla a cambio de un jugador con más nombre. Por tanto, Morata casi emuló a Morientes, y aunque hoy pueda parecer mucho más doloroso el gol de ayer que el de 2004, la historia de Fernando se lleva la palma en la lista de ex-merengues que marcan a su propio club sin ninguna duda. Así que él sí que tenía razones para celebrar el gol.
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Morata, cabizbajo, tras marcar el gol que eliminaba a su equipo |
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