jueves, 26 de febrero de 2015

UNO DE LOS NUESTROS: ANDREI SHEVCHENKO

Crecer como futbolista y como persona en ambientes hostiles acaba siendo una forma de volverse más fuerte contra las adversidades. Así se podría describir la carrera de Andrei Shevchenko. Una flor que creció en la humilde Ucrania de los años 80 tocada por la catástrofe de Chernobyl. Andrei triunfó en el futbol Europeo y se transformó en el jugador más importante de la historia de su país. Y aun lo sigue siendo. Y lo será por muchísimos más años.
Andrei nació en Dvirkivshcyna, Ucrania en 1976. Su infancia quedó marcada el 26 de abril de 1986. De madrugada, ocurrió una de las peores catástrofes nucleares de la historia de la humanidad, el accidente de Chernobyl, ciudad que estaba a escasos kilómetros de donde vivía Adrei. Él, que tan solo tenía nueve años, y su familia tuvieron que huir hacia la costa para evitar los efectos de tal catástrofe. Aun así, siguió practicando el futbol hasta que a finales de los 80, la cantera del Dinamo de Kiev se interesó por él y lo fichó para sus filiales. Tras un gran año en el equipo B, en 1994 debutó con la primera plantilla. Desde que debutó con el primer equipo hasta que se marchó, es decir durante cinco temporadas, ganó el campeonato doméstico todos los años, pues en esa época, el Dinamo era el equipo más potente de Ucrania con diferencia, y Sheva era su delantero titular.
Pero no fue hasta la temporada 97/98 cuando saltó a la fama por endosarle un hat-trick al Barcelona en el Camp Nou. Su equipo venció 0-4 al equipo catalán. Ese mismo año, el dinamo se plantaría en semifinales de la Copa de Europa tras eliminar al Madrid con dos grandes actuaciones del joven delantero. Cayeron en dicha ronda ante el Bayern, aun así consiguieron igualar la mejor marca del club en esa competición.

Un jóven Andrei enloqueció a los zagueros culés.
A partir de esa temporada, su éxito fue creciente y, en verano de 1999, el todopoderoso Milán se hacía con sus servicios por 26 millones de euros. En el club lombardo lograría sus mejores registros como futbolista y se haría con la titularidad. Eso sí, solía estar acompañado en la delantera con un hombre con más llegada que él, ya sea George Weah en los primeros años o el “Pippo” Inzaghi a partir de 2001. Así pues, tenía un rol de delantero hábil y con calidad que se ajustaba perfectamente con otros puntas más rematadores.
Los primeros años en Itália fueron difíciles para el joven Andrei. Malas temporadas del club en las que no conseguían títulos, los cuales no llegaron hasta la campaña 2002/03. Esa temporada estuvo marcada por la consecución de la Liga de Campeones. Shevchenko puede resumir sus dos finales de Champions en dos penalties. En 2003 frente a la Juventus, marcó el gol decisivo en la tanda, tras un 0-0 en los 120 minutos reglamentarios. Fue héroe. Pero quizás la nota más amarga de su carrera fue la final de 2005 en Estambul. El Liverpool remontó un 3-0 en contra y acabó llevándose el trofeo a penalties, siendo Andrei el hombre que falló el lanzamiento decisivo frente al gran héroe de la noche, Dudek.

Sheva marcando a Buffon en la final de 2003.

Dudek detiene el lanzamiento de Sheva en 2005.

Fue tan importante y tan magnifica su aportación en el Milán, que tras ganar la Serie A en la siguiente temporada, fue premiado con el Balón de Oro de France Football, siendo nombrado así el mejor jugador del año.
Tras siete largas temporadas en la escuadra italiana, Sheva entró en los planes del Chelsea y de Abramovich y fue traspasado por 45 millones de euros. Con 30 años, Shevchenko nunca consiguió mostrar el nivel con el que deslumbró en Serie A, y aunque seguía dejando detalles de su clase, no se adaptó al futbol inglés, a causa también de importantes lesiones que truncaron su paso por el equipo Blue.  Fue cedido a su antiguo club, el Milan, durante la temporada 2008/2009, pero tampoco volvió a mostrar sus mejores cualidades. Al final, el Chelsea, lo vendió ese año al club de su vida, el Dinamo de Kiev, donde acabó su carrera marcando goles y agrandando su leyenda hasta 2012.

Sheva en el Chelsea.
La segunda época en el Dyanmo.




















Sheva es el máximo goleador histórico de su país. A parte de este importante logro, sin duda su mayor gesta con Ucrania fue clasificarla para el Mundial de Alemania en 2006, donde consiguió capitanear a su selección hasta cuartos, cayendo ante la Italia que acabaría siendo campeona. A parte, en 2012, esperó a retirarse para poder jugar la Eurocopa que se disputaba en su país, Ucrania, y Polonia. Llegó justo a la cita, pues arrastraba una lesión. Pero allí, nos dejó un partido memorable ante Suecia, anotando sus dos últimos tantos como futbolista que valieron la victoria ucraniana. Sin embargo, no pudieron superar la fase de grupos y Shevchenko se retiró al acabar el europeo.
Andrei fue uno de los jugadores más carismáticos de aquel Milán que marcó una época en Italia. Pero por lo que sin duda destacó, y por lo que siempre será “uno de los nuestros” es por demostrarnos que el talento, la calidad y la magia no están reñidos con ser un delantero puro.

El último gol de Shevchenko.

¡Gracias Sheva por tanta magia y tantos goles!

domingo, 22 de febrero de 2015

ODA A FRANCISCO.

Si aún no tiene claro que nombre le pondrá a su hijo, espere a acabar de leer este post porque le acabaré convenciendo para que le llame Francisco. O bueno Francesc. Lo que usted desee. Aunque sobretodo procure llamarlo por algún diminutivo relacionado con el final de dicho nombre. Pues sí, porque como aquellos brasileños que registran a su hijo en el hospital de Rio de Janeiro como Ronaldo, esperando que dentro de 25 años lo vean levantar un Mundial, en España, el nombre Francisco está de moda en el futbol.
Me bastan dos ejemplos. Cesc e Isco. Que traducido es dos veces Isco, o dos veces Cesc, según el idioma que hable. Yo soy fan confeso del primero, de Francesc, que algunos llaman Fàbregas y otros se hacen un nudo en la lengua para decir su diminutivo, pero yo le llamo Cesc. Un Francisco que la toca. Pero ahora mi atención se ha desviado más por el otro Fran: Isco. No sé si es que le tengo devoción al nombre, yo creo que no. Quizás la pelota sí que le tenga, de devoción. Eso explicaría muchas cosas. Cosas como que puede que haya veintiún jugadores peleándose con el balón y que el bueno de Fran le diga “oye vente aquí y no te muevas”. Y ¡pam! Dicho y hecho. Algo tiene el esférico y ese hombre. Alguna vez me pillarán viendo imágenes en cámara lenta (esas slow-motion que mooolaaan taaantooo) intentando ver por qué esa pelota hace la exacta parábola que tiene como fin la bota de Isco. Al final llegué a la conclusión de que o su marca de calzado va un paso por delante de la competencia y usa un complejo sistema de imanes o que el chaval se frota las medias con el pelo de Marcelo antes de salir al campo para que se le cree un poco de electricidad estática en los pies. O que es muy bueno, apunten esta última como la más posible.
Si es que solo hay que ver al crío, porque aún lo es, como anda. Si nadie anda como él. Coge a su amigo esférico, se lo pega con el velcro y paso a paso te hace un recorrido por el campo evitando a los contrarios como si fueran simples conos, para luego no poder evitar el terrible momento en que se separa de su querido y se lo envía a otro para que los demás se vuelvan a pelear bastamente por él. Un toque con sus pies y ¡clic! El balón pesa 200g menos, se vuelve ligero. O directamente hace disminuir la fuerza de gravedad para levantar la pelota con sencillez por encima de cabezas rivales y luego simplemente retomar ese valor de 9,81 m/s2 para que caiga donde él ha deseado y el otro vulgar jugador le dé un patadón y acabe entre redes.
Que poético me ha quedado todo, ¿no? Si es que se lo estoy diciendo, es hablar de Francisco y hacer las cosas bien. Como más sutiles, más bonitas. Me faltaba solo escribir este post en verso. Pero yo ya no estoy para eso. Uy, ¿lo ve? Sin querer me sale hasta rimado. Y mire, si no le convence el nombre, siempre puede probar con Lionel; que si no le sale futbolista le puede acabar cantando algo así como “All night long” con un poco de ritmo negro rodeado de chicas vestidas como en los ochenta.

Isco y su amiga una apacible tarde en el Bernabéu.

jueves, 19 de febrero de 2015

UNO DE LOS NUESTROS: SAMUEL ETO'O

El hombre que tenía las ideas tan claras que nunca quiso escuchar las de los demás. Ese es Samuel Eto’o. Un jugador que vino a Europa a “correr como un negro para vivir como un blanco”, y no mintió. A lo largo de las casi veinte temporadas que lleva en el futbol del viejo continente ha hecho exactamente lo que dijo.
Nacido en la ciudad camerunesa de Duala el 10 de Marzo de 1981, Samuel tuvo una corta carrera futbolística en su país, pues con 15 años, en 1996 el Real Madrid se interesó por él y lo trajo a España en ficha del filial, donde disputó sus primeros encuentros en segunda división B. La cantera del equipo blanco descendió ese mismo año a tercera y el joven Samuel fue cedido al Leganés, donde jugó durante un año.
Pasado ese periodo, el Real Madrid decidió recuperarlo ya para el primer equipo y el 5 de diciembre de 1998 debuta en La Liga contra el RCD Espanyol. Ese será el único partido oficial que disputara durante esa temporada. En enero es cedido al mismo Espanyol, donde solo juega algún partido amistoso. Su carrera parecía haberse estancado dada la precocidad en la que llegó al mundo del futbol profesional. A mitades de 1999, decide buscar suerte en la isla balear de Mallorca, donde el mismo club compra el 50% de sus derechos a cambio de 7,2 millones de euros. A partir de allí su carrera hace un giro de 180º y empieza a tener oportunidades y a aprovecharlas. Se gana un puesto en el once titular del equipo balear, empieza a ganar fama en La Liga y aunque ya había debutado con su selección en 1997, es en ese momento cuando empieza a ser una pieza importante de Camerún.

Eto'o jugando con la camiseta del Madrid.
Samuel celebra la Copa del Rey en 2003




















Su carrera se lanza. Él solo consigue ganar un partido al Real Madrid en su estadio, al Madrid de Florentino, recordándole que fueron ellos quienes nunca apostaron por él. Se hace con la Copa del Rey en 2003 con dos goles suyos en la final frente al Recre. Clasifica al Mallorca para la Champions y es nombrado mejor futbolista africano del año. En 2003. Su gran año.
Pronto los grandes equipos se interesan por él, incluso el mismo Real Madrid, que aún posee la mitad de sus derechos, pero el camerunés decide recalar en las filas del eterno rival de los blancos: su destino es el Futbol Club Barcelona. A base de trabajo había conseguido llegar a la élite. Pero no era suficiente, quería tocar el techo.
El Barcelona era un equipo nuevo, un proyecto totalmente renovado y fresco, y aunque el conjunto llevaba tiempo sin ganar ningún título, el club pasaría por una de las mejores épocas de la entidad en las siguientes temporadas. Y Eto’o fue participe de ello de forma muy directa. El delantero centro titular de ese equipo. ‘Corrió como un negro’ solo con el objetivo de marcar goles, entre ceja y ceja. Y con el hambre del que tiene todo por ganar. Era la punta de flecha de un equipo sublime que mimaba el balón hasta que le llegaba a él a los pies y simplemente lo hundía en la red. Era capaz de ser un jugador que ayudaba en cierto modo a sus compañeros a hacer su faena, la de crear el juego, pero que en ningún caso se olvidaba de la suya propia: meter el gol. Todo esto lo conseguía gracias a su fuerte carácter, que le obligaba a ser el protagonista del partido. Aunque no era él la estrella del equipo, sino Ronaldinho, su ambición siempre le llevaba a querer más y más. Dos Ligas, una Champions League, dos Supercopas de España y un pichichi fue lo que cosechó hasta 2006.

Locura tras un gol. Eto'o.
A partir de entonces, el equipo se desvaneció. Tocado el cielo, la plantilla fue de capa caída, y junto a ella, Eto’o. Aparecieron los distanciamientos entre Rosell y Laporta que afectaron al vestuario, y un hombre tan puro como Eto’o fue incapaz de ocultar sus pensamientos, sus ideas y acabó por incendiar el vestuario con sus declaraciones. El mal trago en can Barça duró dos años. Lo mismo que tardaron en llegar a la cima, tardaron en caer. El cambio radical del vestuario en junio de 2008 parecía claro. Guardiola llegó y mató a todas las vacas sagradas. Ronaldinho y Deco se marcharon para demostrar que su carrera al más alto nivel ya había acabado. Pero aunque Pep quería deshacerse de Eto’o, el camerunés no quiso huir. En el mejor año del Barça Samuel volvió a ser el delantero que años atrás fue. Rodeado de gente nueva, el león indomable demostró lo que otros no pudieron, y con un gol en la final de la Champions League cerró su periplo por el equipo culé, callando todas las críticas que había recibido y demostrándose a sí mismo y  Guardiola que aún no estaba ‘viviendo como un blanco’.
Triplete. El Barça había hecho lo impensable. Pero el feeling con Pep le obligó a marcharse como simple moneda de cambio para que llegase Ibra a la capital catalana. Su destino: el Inter de Milán. No acabó bien con Guardiola aunque tuvo su oportunidad de vengarse en las semifinales de la Copa de Europa, eliminando a su ex equipo y posteriormente alzándose con el trofeo.
Eto'o y Pep tras ganar la Champions League.

En 2011, tras dos años en Italia, Eto’o decidió que ya había tocado techo. Ya había demostrado lo que tenía que demostrar. Ahora le tocaba ‘vivir como un blanco’. Ese verano, fichó por el Anzhi ruso y se convirtió en el jugador mejor pagado del mundo. A sus 30 años decidía abandonar el futbol de primera línea. Pasó 3 temporadas en el Anzhi sin más. En ese periodo Eto’o desapareció para los focos, se olvidó de la presión de los grandes clubes y de la competitividad de las grandes ligas.
Sorprendentemente, su ex entrenador José Mourinho, con el que coincidió en el Inter, le convenció para volver al Chelsea la temporada pasada. En su papel de veterano jugó varios partidos, destacando el que les enfrentó al Manchester United, en el cual el león camerunés anotó un hat trick. A finales de año su relación con Mou se había deteriorado hasta puntos insospechables en junio, así que Samu decidió no renovar contrato. Esta última temporada, con 34 años, ha pasado a trancas y a barrancas por el Everton y ha acabado en la Sampdoria, donde también ha sido objeto de polémica.
Eto'o celebra el gol con dedicatoria para Mourinho.
Eto’o se ha hecho mayor. Las ambiciones han cambiado o simplemente han desaparecido. El chico africano ya es un hombre muy adulto sí, pero su forma de ser sigue siendo esa que a veces le proporcionó el coraje y la sabiduría para ser el mejor delantero centro del mundo o la que otras veces le invitó a ser protagonista de polémicas en todos los clubes por los que ha pasado. Podrán decir lo que quieran de este árido delantero africano, podrán criticarle o podrán alabarle. Pero lo que nunca le podrán reprochar es no guiarse por su instinto, ser el mismo delante de cualquier situación. Porque han pasado ya casi 20 años desde que Eto’o llegara a España como una promesa africana, pero aun nadie le ha conseguido hacer cambiar ninguna de las ideas que venían con él desde Camerún.

Gracias Samu por todos estos años de futbol. Gracias por ser “uno de los nuestros”.

lunes, 16 de febrero de 2015

LA PEGADA.

A veces la gente se puede pasar la vida buscando algo y cuando lo tienen en frente ignorarlo o darle poca importancia. Puede llegar a pasar que el tiempo que se está anhelando algo acabe por deteriorar ese propio deseo. A los seguidores del Barça puede que les haya pasado algo así, porque desde hace apenas un mes el Barça ha encontrado algo que hacía años mucha gente exigía al equipo. El Barcelona de hoy, tiene pegada.
Esa palabra que estos últimos años sonaba tanto en las portadas del Marca y que se relacionaba al Madrid de la BBC parece que se ha contagiado a los rotativos catalanes gracias a la que, para ponerle un nombre, le llaman MSN. El equipo culé ha demostrado ser capaz de usar la contra, la velocidad o la llegada para desatascar esos partidos que se vuelven un calco entre ellos. Esos que empiezan con una defensa cerrada en el área y un Barça jugando a balonmano y que acaban con un empate como mucho y con la sensación de que en ningún momento se ha llegado a crear peligro.
Este síntoma acompaña al Barça desde hace mucho, pero se acrecentó en el momento en que Guardiola se sentó en el banquillo. Pero Pep era Pep. Y pocos eran los partidos que de una u otra forma no se conseguía salir con la suya y abrir la lata, para que al final ese partido que olía a agrío para su equipo acabara en una goleada aplastante. Entonces se fue Pep, y llegaron dos temporadas en que esa clase de partidos se iban repitiendo con demasiada frecuencia y el soci se empezaba a quejar de la poca pegada del equipo. Se tenía que buscar otra forma de ataque para romper a defensas preparadas para soportar las embestidas de toque típicas de los culés. Ni Tito, ni Roura ni Tata supieron encontrarla. Y parecía que Luis Enrique tampoco iba por buen camino, pues el partido contra la Real solo era el enésimo encuentro que el Barça se dejaba puntos por no encontrar forma de superar la defensa rival, que se quedaba esperándolos en el área.
Pero más casi por fortuna que por acierto propio, Luis Enrique tuvo la suerte de que Messi se enfadara, que el equipo reaccionase a todo el polvo levantado en enero. Y ahora el Barça tiene pegada. Ganar al Atlético en su casa con sus propias armas se podría considerar una venganza que aún sabe a poco a los barcelonistas tras el año que les dio el club rojiblanco la temporada pasada. Cada goleada en Liga que consigue el equipo acrecienta el ego del equipo y eso, al final repercute a los rivales.
Ahora el equipo sabe solucionar partidos con mucha más garra. Con muchos más recursos. Y aunque ya he dicho que Lucho se encontró con la suerte de una reacción a tiempo de la plantilla, hay que saber apreciar que él ha sido el único entrenador que ha sabido como relegar a Messi al extremo otra vez para así ganar velocidad en el juego, colocar a un nueve en su posición sin estorbar al juego típico del Barcelona y que a la vez de participar en él, de alternativas arriba.
Ahora, nada de esto servirá si delante equipos grandes el Barça no consigue jugar como normalmente nos ha acostumbrado. La clave del éxito de este equipo reside en la capacidad de la plantilla y del entrenador de saber compensar pequeños golpes de pegada con su maravilloso juego que al final es el sello que les distingue de otros clubes y que tantos éxitos le ha proporcionado. Si Luis Enrique consigue mezclar estos dos conceptos de forma equilibrada en el mismo tarro, puede que este Barça no consiga el pedigrí que consiguió con Pep, pero conseguirá que sus rivales les vuelvan a temer en toda Europa.

Luis Enrique debe encontrar el equilibrio entre toque y pegada.

lunes, 9 de febrero de 2015

DIARIO: UNA TARDE EN LOFTUS ROAD.

Estos últimos días pasé unas pequeñas vacaciones visitando la ciudad de Londres. A parte de visitar los lugares más típicos de la capital inglesa tuve tiempo para poder asistir a un partido del campeonato liguero de allí, la Premier League. Aunque había grandes encuentros durante esta última jornada en la ciudad del Big Ben, fue realmente imposible asistir ni al partidazo de White Hart Lane, uno de los maravillosos derbis locales, ni a Upton Park, para presenciar la magia de la academia del futbol contra el Manchester United. Asistí a un partido menos espectacular quizás por el nombre de los dos equipos pero, aun así disfruté como un niño pequeño que pisa por primera vez el estadio donde juega su equipo. En este post explicaré como fue mi experiencia en Loftus Road, deleitándome con un apasionante Queens Park Rangers -  Southampton.
El partido se disputaba a la típica hora anglosajona para este deporte: sábado a las 3 de la tarde. Así que después de visitar por la mañana la emblemática zona de Portobello Market y comer algo cerca de Nothing Hill Gate, nos dirigimos al metro más cercano para ponernos en dirección White City, una de las dos paradas que te aproximan al campo. Llegamos temprano, aún no había mucho ambiente en las cercanías así que decidimos acercarnos al estadio para conocer la zona. A la vez que te acercabas las calles iban tiñéndose paulatinamente de los colores del equipo local, azul y blanco. La gente, sentada fuera del recinto, aprovechaba para comprar algo de comida, desde el típico fish and chips inglés hasta un perrito caliente. El ambiente era frío. Rozaría los 2 o 3 grados, un día nublado el cual lo acompañaba esa lluvia que no moja que ellos llaman drizzle. Por suerte, poco antes del partido, dejó de llover. Llegados al estadio, se ve la parte exterior de la tribuna, unas grandes letras en blanco sobre todo el fondo azul eléctrico que escriben Loftus Road Stadium. Un campo pequeño, con capacidad para 18.200 espectadores que se ve incrustado entre las amables casas de una zona residencial.
Loftus Road.
Una de las fachadas del estadio.
La entrada principal al estadio.




















Visto que aún era temprano, decidimos dar la vuelta al campo. Los goles y la otra tribuna quedaban camuflados con los hogares que lo rodeaban y en ciertos momentos podías perder de vista el campo. Al volver a llegar delante de la zona principal, acabamos entrando por la puerta que nos tocaba.
Ya dentro, buscamos nuestros asientos. En la llamada “family zone”, en un gol, cerca del córner izquierdo, en la tercera fila. Pocos espectadores a falta de algo más de una hora para que arrancara el choque. Investigando encontramos la razón. En cada entrada había una especie de bar gigante, con varias pantallas ofreciendo el típico carrusel de deportes y una barra donde los supportes podían tomar la última cerveza antes de entrar al campo. Se agradecía estar allí, así que tomamos una pinta para entrar en calor antes del partido. La gente se aglomeraba en las pantallas, pendiente del derbi de Londres que se disputaba en aquellos instantes. Cuando nos quisimos dar cuenta, el pub estaba totalmente lleno. Acabada nuestra bebida, quisimos ir a nuestros asientos a disfrutar del ya mejor ambiente.
Loftus Road a ras de césped.
Los jugadores calentaban cerca de nosotros ensayando tiros a portería, algunos de los cuales iban directos a nuestra zona poniendo nuestra salud en riesgo. Pudimos observar de cerca las estrellas del humilde QPR y sobre todo al ídolo de la afición: el carismático “paleta” Charlie Austin. El campo se llenaba progresivamente y frente nuestro, en el otro gol, la parte de arriba se teñía de rojo. Los aficionados del soton se colocaban en su zona, y la llenaban. Realmente me sorprendió la cantidad de hinchas visitantes desplazados.
A falta de diez minutos, el estadio estaba lleno. Era pequeño, pero no cabía ni un alfiler. Los hooligans más radicales estaban colocados a nuestra izquierda, en la parte alta, ocupando una esquina que parecía que hacía resonar sus cánticos más fuertes de lo que eran incluso. Los jugadores saltaron al campo, la grada entera empezó a recitar canciones de apoyo a los suyos y la sensación era que cada una de las gargantas que nos rodeaban cantaba al son de los Rangers. El árbitro silbó, y los primeros minutos de juego se convirtieron en un auténtico hervidero. Fueron quizás los que más disfruté. En ese momento era cuando los hinchas animaron más y cuando el ambiente era más espectacular.
Loftus Road durante el partido.
Había varios detalles del partido interesantes, futbolísticamente hablando.  El QPR, segundo por la cola, había sufrido la dimisión de su técnico esa misma semana. Harry Redknapp había abandonado al equipo de forma extraña y durante el partido, un técnico interino, Chris Ramsey, ocupaba su lugar. Jugaba el polémico jugador Taraabt, que no había disputado muchos minutos durante la temporada y que disfrutaba de su primera titularidad en liga. Empezarían desde el banco jugadores como Zárate y Vargas.
El partido empezó con dominio visitante y tuvo que ser detenido durante unos siete minutos por un golpe en la cabeza que recibió el defensa del soton Targett. La primera parte acabó sin goles, solo con un remate al poste tras un córner para el Southampton y un tiro de Elia, delantero del mismo equipo, que salió desviado tras una mala salida del portero Green.
La segunda parte el equipo local fue a más y gracias al apoyo de su hinchada consiguió llegar con más peligro. Taraabt dejó algunos detalles de calidad sobre el campo y algún chut peligroso, pero fue substituido y renegado al banco en los primeros minutos de la segunda parte por Zárate. Sorprendía que el QPR tuviera la iniciativa en el partido, aunque se llevaban algún susto por parte de Mané y Wanyama, piezas claves para Koeman. Pellé me decepcionó bastante, solo destacó en algún momento en su función de boya, pero nunca dio muestras de peligro. Austin estuvo apagado, se veía que tenía las ideas claras, que sabía qué debía hacer para marcar, pero no le llegó ninguna pelota en buena posición y acabo su partido sin crear ocasiones.

Zárate esperando una substitución para lanzar un córner.
Con la entrada de Zárate los Rangers tuvieron varias ocasiones que no supieron aprovechar. Se añadieron cuatro minutos, cosa que animó a la grada pensando que podía llegar el gol que se les estaba resistiendo. Pero por desgracia de los aficionados, fue totalmente al revés y en el 93 un gran chut cruzado de Mané tiró por suelo todo el ánimo del estadio. La afición abandonaba sus respectivos asientos. Ya en la última jugada del partido, tras una serie de rechaces, el QPR consiguió igualar la contienda, pero el linier lo anuló por un fuera de juego correctamente pitado, cosa que hizo que la grada saltara sobre él con toda clase de insultos y recriminaciones llenas de impotencia.
Finalizado el partido, nos dispusimos a volver al centro y nos pusimos a andar entre la muchedumbre hacia el metro. Una muchedumbre que aun con el decente partido de los suyos, llevaba caras largas, pues empezaban a oler muy de cerca lo que podía ser volver a la Championship. Frío día y más frío aun desenlace para los aficionados del QPR que volvían a casa sobre las cinco viendo cómo se iba yendo la luz del día y empezaba a llegar la noche, y entre ellos, estaba yo que, también medio enfadado con la derrota podía asegurar que esa tarde quedaría grabada en mis retinas durante mucho tiempo.

domingo, 1 de febrero de 2015

GANAR, GANAR Y GANAR.

Esta entrada es un pequeño homenaje hacia un grande del futbol. Unas lineas para alguien que nos dejó hace un año y al que siempre admiré. Se trata de un pequeño post, que escribí en febrero de 2014 y que nunca publiqué, un pequeño homenaje a Luis Aragonés, 365 días después de que nos dejara.

"En el siempre curioso mundo del fútbol existen supersticiosos que creen en las maldiciones. Muchas de ellas quedan olvidadas en el tiempo, otras perduran y quedan marcadas para la historia: la del Madrid contra los equipos alemanes, la que tuvo el Atleti en el Bernabeu o el conjuro que tiene el Benfica con las competiciones europeas. Una de las maldiciones que siempre ha sobrevolado el fútbol de este país era la que tenía la Selección con los cuartos. Año tras año, mundial tras mundial, eurocopa tras eurocopa... La roja no superaba esa ronda eliminatoria.
Pero 2008 fue un año que cambió la historia del fútbol, el año en que se forjó la que posiblemente es la selección más gloriosa de todos los tiempos, el año en que un hombre dejó de creer en la maldición de los cuartos.
Luís fue el hombre que consiguió pulir los diamantes en bruto que tenía la selección. Hombres que individualmete eran brillantes pero que años anteriores habían topado con el fracaso. Personalmente, opino que la faena que desenvolvió como entrenador es extremadamente complicada. Se trata no solamente de crear un equipo ganador en el apartado futbolístico, sino hacerlo en el apartado anímico y moral, cosa que muchos otros no pudieron hacerlo.
Grandes entrenadores crearon grandes equipos triunfadores y fueron capaces de conseguir grandes hitos en la historia que siempre se recordarán, pero Luis Aragonés, el sabio de Hortaleza, consiguió abrir el camino de la gloria a un equipo con un gran potencial futbolístico, sí, pero con un estado anímico bajo y preocupante. Él obligó a que los jugadores se creiesen que podían ganar a grandes selecciones, que nadie era mejor que ellos, y eso, a veces es más difícil que enseñar cualquier movimiento táctico, por complejo que sea.
Desde aquí toda mi admiración por el que fue posiblemente uno de los mejores seleccionadores de la historia, pero mejor persona. Descansa en paz, Don Luís Aragonés."

Luis Aragonés.