domingo, 12 de abril de 2015

COMO APROVECHAR EL SER MEDIOCRE

Marouane Fellaini no le debe gustar la música clásica. No tiene cara beber un té a las cinco aunque desde hace años viva en Inglaterra. Y yo, a Marouane, no me lo imagino vestido con un cuello alto al más puro estilo Guardiola y unas gafapasta en un concierto de algún grupo indie-folk en una pequeña sala hipster de Manchester. El amigo Fellaini tiene pinta de tipo duro, un "bad boy" digamos. Su indescriptible melena afro inimaginable en la cabeza de cualquier otro belga y sus pobladas cejas dejan entrever que a este buen hombre le gusta la cerveza, el buen whisky y el rock de los setenta. Aun así, ya saben que no se puede juzgar a nadie por su apariencia, y yo no lo haré más de lo que ya lo he hecho. Si hay que juzgar a Marouane es por su atípica forma de jugar al futbol.
En los tiempos que corren, donde se alaba el futbol de toque y cada vez más se crítica la vieja táctica del resultadismo, el belga del United vive en un mundo a parte, pues quizás él, personalmente, no es como parece, pero su futbol y su fisionomía encajan perfectamente. No le pidas que te devuelva una pared en un palmo de terreno, ni que te cruce el campo con un pase de sesenta metros con precisión milimétrica, tampoco le reclames que drible en la frontal y le de rosca al balón colocandolo lejos del portero. Eso no. Ahora,  si hay que irse a pelear por un melón que ha despejado tu central e intentar bajarlo al piso o rebentar una pelota muerta a diez metros del meta, tu hombre es Fellaini.
Al chaval a parte, le va el mambo. Le va el ataque. Sí, ya hemos visto jugadores de su envergadura y condiciones jugando de medio centro defensivo o de central haciendo de corta fuegos y corriendo arriba y abajo incansablemente, pero él decidió ser media punta. "¿Por qué no?" Pensaría. Llegó al United como último recurso tras los fracasos del club para traer a un organizador con clase, y Moyes le intentó vender a Old Trafford gato por liebre, o más bien toro por liebre si se permite el símil. La horrorosa temporada del ex-toffee asustó tanto a los aficionados de los Red Devils que lo quisieron enviar tan o más lejos que el mismo Moyes. Pero se quedó. Y se quedó en el banquillo. Porque un año más el ManU volvió a fichar a jugadores TOP para devolver al equipo a la lucha por el título. Y tras un inicio de temporada donde nadie quería verle ni acercarse al balón, los diablos rojos se vieron hundidos en la tabla y sin ningún tipo de esquema táctico claro.
A falta de resultados, Fellaini empezó a entrar en el equipo y ya no salió de ahí. Tiene mérito jugar en posición de ataque en un equipo con gente como Di María, Van Persie, Rooney o Falcao entre otros. De todos los magos que tiene el United, Van Gaal ha decidido dejar jugar de media punta al tipo alto con entrecejo y de tosco juego. Y si juega, es porque se lo ha ganado. El equipo está en una muy buen racha desde que Marouane juega por detrás del punta y el juego del equipo se ha adaptado a él. El chico no intenta jugar bonito ni dar espectáculo, él se centra en lo suyo: bajar balones, crear segundas jugadas, correr, chutar fuerte cuando tiene la ocasión y si hay que hacer un tackle, se arremanga los pantalones y se lanza por la pelota sin miedo.
Quizás Fellaini no sea una estrella del futbol, quizás no sea el mejor con el balón en los pies. Quizás su juego puede parecer hasta algo mediocre comparado con el de sus compañeros. Pero la realidad es que el que juega, y el que gana, en el United ahora es él. La cuestión es saber aprovechar el hecho de ser mediocre. Pues porque Fellaini posiblemente es el mejor jugador mediocre de todo el mundo actualmente y eso al fin y al cabo es ser el mejor en algo, aunque cada día se eché suavizante y acondicionador "rizos perfectos" mientras escucha Ed Sheeran después de depilarse el pecho.

Fellaini con cara de "mucho toque pero os he vuelto a salvar el culo".

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