jueves, 21 de mayo de 2015

CAMBIO DE AIRES

A día de hoy, parece que lo de De Gea está hecho ya. Un secreto a voces más en el mundo del futbol. David desea volver a su ciudad, Madrid, sin importar los colores a los que vestir. Es una decisión que puedo entender, pues al final el futbol no deja de ser un trabajo para los futbolistas, y todo el mundo prefiere trabajar a dos manzanas de casa que no en unas isluchas frías y donde siempre llueve.
De Gea se fue de Madrid como una promesa y volverá, supuestamente, hecho una estrella del nivel mundial. Yo, personalmente, siempre me he rendido a sus pies. He tenido la suerte de ver muchos partidos del madrileño en Premier estos dos últimos años y estoy seguro que es el portero que más puntos ha ganado de toda la liga, aunque Van Gaal no crea eso.
En la cena de temporada del Manchester United, este fin de semana pasado, el guardameta fue otra vez premiado como mejor jugador de la temporada, por segundo año consecutivo, y un Van Gaal metido un poco en el papel de showman de la noche, le pidió indirectamente que se quedara y aceptó lo importante que es para el equipo su participación. Además de añadir que se siente orgulloso de él. Pero la cara de David y una tímida contestación echando balones fuera, lo mejor que se le da hacer, parecía ser la sentencia de su decisión. De Gea vestirá de blanco.
Pero ahora te pregunto, David: ¿estas seguro de que quieres volver a Madrid? Es verdad que es tu casa, que es tu familia, tu lugar. Pero, tal y como está el patio hoy en día, donde en cada diario deportivo se habla de jugadores cansados de la presión por parte de la prensa, de la ya vista huida tanto de Pep como de Mou  por culpa de los medios y de la presión que ejercen en este país sobre un personaje deportivo... ¿Quieres meterte en medio de este fregado? Porque encima, vienes a ocupar un lugar que en las últimas temporadas ha estado calentito: la portería del Real Madrid. Sino pregúntaselo a Diego López. Tanta gente que se marcha y que reconoce la tranquilidad con la que vive sin el agobio de los medios y tú quieres ser el salmón que nada a contracorriente y coger el puente aéreo que une las islas británicas con España en el sentido contrario, dejando atrás un club histórico como el Manchester, una afición y unos compañeros que te idolatran y te piden de rodillas que te quedes para llegar a tu ciudad, sí, pero al club rival del que procedías y meterte en el barullo de la portería blanca con Casillas ahí aun sin saber que deparará el futuro.
Está claro que quien no toma decisiones arriesgadas no gana, que en la vida de un futbolista uno no puede acomodarse y que tiene que aceptar nuevos retos. A parte de que es sabido por todos que en el Madrid tendrás más opciones de luchar por títulos, claro está. Solo espero que antes de tomar tu decisión, si es que no la tienes ya tomada, pienses no solo en los pros de volver a tu ciudad, sino también en los contras, no solo de volver, sino también de irte de Manchester.

De Gea cambiará de aires

jueves, 14 de mayo de 2015

EL DÍA EN QUE MORATA CASI EMULA A MORIENTES

Ayer Morata emuló a otro ex-jugador blanco que, como él, eliminó a su antiguo equipo de la Liga de Campeones en una de las pesadillas que suele rondar la cabeza de los merengues cuando no pueden dormir y que hasta hizo crear la llamada cláusula del miedo. Ayer Morata emuló a Fernando Morientes.
Pero pongámonos un poco en situación: corría el año 2004 y el Madrid de los galácticos, y también de un tal Queiroz, se enfrontaba en cuartos a un humilde Mónaco que estaba siendo la revelación del torneo. En las filas del equipo francés jugaba Fernando Morientes, cedido por el club blanco a causa de los pocos minutos de los que disfrutaba tras la llegada de Ronaldo a la capital española. Parecía un mero trámite para un equipo que aspiraba a ganar su décima orejona ya por entonces. Aquel Mónaco, estaba repleto de estrellas, aunque nadie lo sabía por entonces. Además de Morientes, en sus filas se encontraban jugadores como Prso, Evra (que curiosamente jugó el partido de ayer), Adebayor o el gran Ludovic Giuly. Aun así, en la ida, disputada en el Bernabéu, el conjunto blanco ganó con una comodidad relativa:4-2. El Moro marcó un gol, y la eliminatoria volaba a Francia casi sentenciada, y lo estuvo más cuando, en el partido de vuelta, Raúl marcaba en la primera parte y obligaba a los monegascos a anotar tres tantos para pasar a la siguiente ronda. Y aunque parezca increíble, lo consiguieron. Es verdad que no fue solo Morientes quien eliminó al que era aun su equipo, pues el capitán Giuly marcó dos de los tres goles, incluido el tercero, que hizo llegar a la locura al Louis II, pero el gran cabezazo de Fernando quedaría marcado en la historia como la respuesta de un jugador al club que no lo quiso valorar, tal y como quedó marcado ayer el gol de Morata. Eso sí, Morientes celebró el gol sin cortarse ni un pelo, no como Álvaro.

El Moro celebrando el tanto que ajustaba el marcador en aquél partido de 2004
Realmente hay diferencias entre los dos casos, pues el Moro era un delantero afianzado ya en el club, presente en las tres últimas Ligas de Campeones ganadas por los blancos y con protagonismo en alguna de ellas, y Morata, cuando se marchó, era un chaval joven con mucho a demostrar y que necesitaba minutos, pero el equipo no se los podía dar. Morientes, al estar solamente cedido, volvió al club en 2004, pero obviamente ya nunca fue lo mismo, pues había sido el verdugo de su propio equipo. El de Cáceres se marcharía a mitad de temporada al Liverpool. Por su parte, no sabemos si Morata va a volver, la lógica nos dice que no lo hará, pero quien sabe.
Aunque parezcan dos casos iguales, tienen sus diferencias, lo hemos visto, y personalmente creo que esta vez, Florentino no tiene la culpa de vender a una promesa, o más bien, la culpa de que el Madrid no haya llegado a la final no es de la decisión de vender a Morata. Me explico. Puedo entender la marcha de Morata el verano pasado en busca de unos minutos, pues estaba claro que el Madrid no se los podía proporcionar. Poco podía hacer Floren para satisfacer a Álvaro con la BBC por delante de él, pero el caso Morientes fue distinto, pues el chico fue remplazado por uno de los galácticos y se le restó la importancia que tenía en aquella plantilla a cambio de un jugador con más nombre. Por tanto, Morata casi emuló a Morientes, y aunque hoy pueda parecer mucho más doloroso el gol de ayer que el de 2004, la historia de Fernando se lleva la palma en la lista de ex-merengues que marcan a su propio club sin ninguna duda. Así que él sí que tenía razones para celebrar el gol.

Morata, cabizbajo, tras marcar el gol que eliminaba a su equipo 

jueves, 7 de mayo de 2015

DIARIO: EL BARÇA - BAYERN DESDE DENTRO

Era un miércoles especial, Pep volvía al Camp Nou. O quizás simplemente era especial porque volvíamos nosotros, los culés, a la fase final de la Liga de Campeones; esa fase de la que nos ausentamos el año pasado. Un año horrible que al final, gracias al contraste que ha creado esta campaña respecto a la anterior, ha hecho que la ilusión vuelva a crecer en Barcelona.
Me dirigía temprano hacía el estadio, quedaban algo menos de dos horas cuando subía a un metro casi vacío, y ponía dirección Badal. Normalmente, esta línea suele estar llena de aficionados que llegan justos al campo, pero no a esa hora. Sin embargo, todo cambia cuando vuelves a salir a la calle. Ahora predomina el blaugrana. La mayoría de la gente lleva su camiseta con el nombre de su ídolo detrás y se dirigen, sino al campo, a sus cercanías. A esas cercanías llenas de bares y de peñas que le dan al barrio un toque especial. Sobre todo en día de partido como hoy.  Pero sin duda, lo que más impresiona de allí es levantar la vista y divisar, aun en la lejanía, la parte más alta del majestuoso Camp Nou. “Hoy es un miércoles importante”, me pasa por la cabeza.
Ponemos rumbo al complejo culé. Pasamos por esas calles tan del estilo de les Corts, un poco estrechas y sombrías, donde los coches pierden preferencia frente las marabuntas de hinchas que cruzan calles sin importarles cualquier señalización y donde en cada esquina hay algún culé con su Estrella en la mano comentando con su compañero opiniones sobre el deporte rey. En esas terrazas improvisadas se aprende más de futbol que escuchando ciertos programas deportivos. A ello que pasamos por el lado de un bar donde se encuentran los Almogàvers, el grupo de animación del club, y allí empezamos a ver alguna camiseta alemana. Más exactamente presenciamos una curiosa escena donde un hincha del Bayern y otro de Barça se retan a ver quién grita más fuerte el nombre de su equipo. Entre cervezas, parece que hay un empate técnico. Se empiezan a oír cánticos procedentes de la siguiente terraza. Esto se anima.

Paradas de camisetas y bufandas en las cercanías del Camp Nou.

Zona principal de entrada al campo.
Llegamos a uno de los accesos del Barça, y nuestra llegada coincide con la del autobús de los alemanes, que al pasar por delante de la zona de los hinchas culés ven como hasta se enciende alguna bengala y se oyen ciertos pitos y abucheos. Las camisetas del equipo alemán empiezan a verse con más frecuencia. Decidimos ir hacia las entradas de la tribuna principal. El ambiente es espectacular. Cuesta avanzar entre tanta gente vestida con la camiseta culé. Ya dentro de las instalaciones, vemos los dos grandes puentes que comunican las oficinas con el estadio y la parte exterior de la tribuna con una gran imagen de los jugadores.  El Camp Nou, un estadio de más de cincuenta años, parece rejuvenecerse en esta zona. El ambiente es jovial, pero a la vez que pasan los minutos la tensión crece: el partido es importante, el equipo no se puede permitir perder. La seriedad va aumentando. Después de pasar el rato dando una vuelta por esta zona, viendo diferentes equipos de  televisión de todo el mundo hacer entrevistas y previas sobre el partido, decido volver a la puerta 37, en el gol sur, a esperar a mi otro compañero, que por culpa del tráfico, llegará justo.
Me siento en unas grandes escaleras que quedan fuera del complejo. Ahí, hay gente como yo esperando a sus amigos para entrar a ver ya el calentamiento de los jugadores. Quedan escasos cuarenta y cinco minutos para que el balón eche a rodar. En este mismo lugar, me fijo en un chico argentino, de unos 25 años, con una chaqueta de Boca y barba de más de un mes, que a cada persona que pasa a su lado le recita la misma oración “Disculpe, ¿no tendrá un carné de más?“. La respuesta es obvia. El muchacho se quedará sin ver el partido. Pero es que la ilusión que se reflejaba en sus ojos, la tristeza de no poder ver a Messi en directo que se le notaba en la cara era tal, que si mi compañero llega a tardar dos minutos más, le doy yo la entrada que me sobraba y me iba con él a dentro. Por suerte para mi amigo, llegó a tiempo.

ROAD TO BERLIN

Fachada principal del Camp Nou.

Curiosa camiseta de un aficionado.
Ya dentro del Camp Nou, encontramos nuestra boca, nuestros asientos. Justo a tiempo para escuchar recitar al speaker la alineación del equipo visitante. Para mi sorpresa, el nombre de Pep Guardiola no iba a ser mencionado, y con ello, desaparecía la posible ovación del campo al que fue su entrenador. Llega el once del Barça, el once de gala. El campo está lleno, y antes de que salten los jugadores suena el himno. El campo se tiñe de blaugrana con el mural. Justo me da para levantar la cartulina, cantar el himno y grabar la escena. Brutal. La primera parte del himno acaba, se apaga la megafonía, pero el Camp Nou sigue cantando acapella la segunda estrofa, esa que solo los culés saben. Se acaba. Los jugadores saltan al campo. Todo el mundo sigue de pie, el mural aún se aguanta, y cuando están en fila los 22 protagonistas, suena el más mítico himno que el mundo del futbol nunca ha escuchado. El himno de la Champions. Vello de punta.  Hacía tiempo que no venía a un encuentro de Liga de Campeones; de hecho el último que presencié fue el descafeinado Barça – Bayern en el que nos ganaron 0-3. Qué cosas. Se acaba el himno. Esa finalización en que todo el mundo corea para sí mismo la traducción directa de “¡¡la Champiooooons!!” sin atreverse a cantarla. Una canción que no se canta, pero que se siente. Acaban las presentaciones, se va difuminando el “WE ARE READY” que mostraba la grada, y llega la hora de los “Almogàvers”, que justamente están en frente mío.  Como siempre, los primeros minutos del match fueron los más entretenidos, la gente cantaba y animaba como los grandes días, y la buena imagen del Barça hizo alargar este estado hasta el final de la primera parte, cuando daba la sensación de que habíamos perdonado al Bayern.
Foto tomada desde mi posición, a escasos minutos de que los jugadores saltasen al campo.

El espectacular mural desde la tercera gradería.
La segunda parte empezó más fría, el dominio inicial bávaro puso en jaque los nervios de los aficionados culés y en ese momento es cuando los aficionados alemanes se hicieron grandes. En la parte más alta del campo, empezaron a cantar y a saltar, totalmente coordinados, demostrando que la hinchada del Bayern es una de las mejores de Europa. Los culés, que no podemos presumir de ello, que normalmente vamos al campo como aquél que va al teatro, mal acostumbrados por el genial juego que se vive en el Camp Nou quizás, quisimos contratacar pitando y cantando aún más fuerte, pero la tensión del partido impedía quitar los ojos del terreno de juego.
Entonces llegó Messi y todo se acabó. El Camp Nou se rindió: se dejó la voz ovacionando al mejor. De ahí hasta el final del partido la grada fue una fiesta y a cada gol que subía al marcador, la alegría aumentaba y la voz se quedaba corta para expresar la felicidad que corría por las venas de los hinchas. A mí, por mala suerte, me tocó vivir los goles des de la portería más lejana, y no supe apreciar en el segundo gol la burrada de Messi hasta que lo vi en televisión. Si lo hubiera hecho en el campo, no sé cómo habría reaccionado. Con el gol de Neymar, momento que el campo ya se estaba vaciando de esa gente comúnmente conocida en Barcelona como “tribuneros”, se dio por cerrado el partido, abandoné mi sitio y por los pasillos interiores, arrastrado por una corriente de gente buscando la salida, cantamos el himno del Barça a la vez que nos íbamos. Algo especial.
Ya en la calle, aun se oían inicios de cánticos en las cercanías del estadio. El partido había sido un éxito rotundo, y la gente quería celebrarlo por todo lo alto, después de haber expulsado ese nerviosismo que tenían dentro. Al final, en el que iba a ser su partido, Pep no fue nadie en una noche que volvió a ser de Messi. O más que de Messi, del Barça. En el campo se sintió como una revancha contra el propio Bayern por lo de hace dos años, y a la vez como una manera de quitarse complejos frente a un pasado que aún estaba muy vivo en el Camp Nou. Parecía haberse enterrado para siempre el fantasma de Guardiola, del tiki-taka, parecía que el Barça había saldado la deuda que tenía pendiente con el futbol.
Volviendo ya en metro, esta vez entre aglomeraciones de gente, las caras que veían reflejaban tranquilidad y felicidad, aun no siendo conscientes de lo cerca que quedaba Berlín de les Corts tras ese partido. Con cara de aun no creerse lo que habían vivido en lo que iba a ser un miércoles especial  y que lo acabó siendo, pero no por Pep, sino por el Barça en general.

lunes, 4 de mayo de 2015

FILIGRANAS PREMIER: JORNADA 35

“BORING, WINNER CHELSEA”
Esta jornada ha decidido ya el campeón de la Premier League de este año: el Chelsea de Mou se ha llevado el título con relativa facilidad, pero yendo de más a menos y mostrando un juego bastante rácano las últimas jornadas, pues de las últimas nueve victorias de los blues, ocho han sido por un solo gol de diferencia. Este bache se acentuó cuando el equipo quedó eliminado de la Liga de Campeones allá en marzo. Estos últimos fines de semana en los diferentes estadios que ha pisado Mourinho se ha oído el cántico de “Boring, boring Chelsea” y aunque razón no les falta, hay que decir que al final, los que más disfrutarán de esta Premier serán los hinchas blues y no los demás.

HISTÓRICO UNITED
El Manchester United, en su tercera derrota consecutiva, ha superado un curioso récord: ha sido el equipo que ha perdido un partido obteniendo la mayor posesión desde que se registran datos, exactamente con el 80%. Es verdad que el West Brom no hizo méritos para ganar, pero probablemente los diablos deberían hacerse mirar este dato, pues ya les ha sucedido en algún partido más. Luego, se quejan de perder contra un Chelsea que solo consigue el 29% de posesión. Quizás el problema lo tengan ellos cuando tienen el balón.

“RODGERS OUT, RAFA IN”
Esa frase fue la que sobrevoló Anfield llevada por una avioneta el sábado pasado. Ni la victoria acabó de satisfacer a unos aficionados reds que están hartos de ser el cuarto o quinto equipo de la liga. Cuando ganaron su último trofeo liguero, Hazard, mejor jugador de la actual campaña y campeón este año con el Chelsea, no había ni nacido. Y es que aunque Rodgers no lo esté haciendo tan mal como otros lo han hecho en los últimos años desde el banquillo de Anfield, si quieren optar a más, deben pasar por un cambio de entrenador.

UNA PLANTILLA DE PRIMERA EN SEGUNDA
Esa plantilla es la del QPR. Sin duda por nombres y por talento deberían haber trazado una buena temporada. Pero a falta de 3 jornadas se encuentran a siete puntos de la salvación. Virtualmente ya son equipo de Championship. Un equipo con nombres como Zarate, Vargas, Al Taraabt, Kranjkar y por encima de todos Charlie Austin, cuarto máximo anotador de la liga, debería haber estado como mínimo en una zona tranquila durante la mayor parte de la temporada. Pero, al equipo le afectó mucho la marcha de Redknapp a principios de febrero y no supieron rehacerse. El año que viene Londres tendrá un equipo menos en la Premier.

BENTEKE, HÉROE DE VILLANOS
El Aston Villa está completando una segunda vuelta bastante decente: los resultados le han hecho salir del descenso e incluso se han  permitido el lujo de llegar a la final de la FA Cup. Muchos dicen que ha sido gracias al saltimbanqui Sherwood y sus celebraciones en la banda, pero si miramos los números vemos la realidad: Benteke ha sido el hombre que ha marcado la diferencia. Sus 12 goles en liga llevan salvando el culo a los villanos y sobre todo a Sherwood que está recuperándose de su mal inicio de año y con ello, parece que también se aleja del descenso.

“8 IN A ROW” PARA EL NEWCASTLE
Octava derrota consecutiva para los de St. James Park. Desde febrero que no hacen más que perder. Echaron a Pardew por decisión unánime y ahora se encuentran con Carver, que no solo no mejora lo de su predecesor sino que lo empeora. Cuando ya parecía que las urracas iban a pasar una primavera tranquila, estas “8 in a row” les ha puesto a dos puntos del descenso y en plena caída libre, contrastando con otros equipos como el Villa o el Leicester, el cual le endosó un doloroso 3-0 este fin de semana. Todas las gradas, y ya no solo las de St. James, reclaman la marcha de Mike Ashley, que realmente parece ser el responsable de este viaje sin rumbo que lleva tantos años el equipo.

El Chelsea campeón, ya le da igual aburrir a quien sea.

domingo, 3 de mayo de 2015

UN DIMECRES ESPECIAL

Dimecres serà un dia important. Com qualsevol matí, Barcelona s'aixecarà amb la mateixa son que caracteritza els dimecres. Jo, personalment, aturaré el meu odiós despertador amb la mateixa força que ho vaig fer la setmana passada. Tothom, o com a mínim jo, s'aixecarà amb la mateixa mala llet el dia d'abans i posarà rumb a la dutxa per espavilar-se una mica. El que passa, és que en un moment determinat d'aquesta odissea que hi ha entre el llit i el bany, el nostre cap, encara pensant en els llençols, recordarà la raó de perquè ahir a la nit no es podia dormir; doncs avui es jugava les semifinals de la Lliga de Campions.
Els ulls se t'obren de cop, i ràpidament fas el càlcul de les hores que queden pel matx. Encara són masses, millor no pensar-hi. Però t'adones de que això és impossible, que no és un partit qualsevol. Un culé ja hauria d'estar acostumat a aquestes situacions, però aquest dimecres saps que es juga contra el Bayern d’en Guardiola. I aquesta sensació no l’ha tingut mai ningun aficionat al Barça. S’assembla a aquell tipus d’estrès que t’agafa quan t’assabentes de que coincidiràs amb la teva ex a un sopar. Saps que no hi vas allà per ella i que no farà falta més que una salutació formal, però el nerviosisme et recorre el cos sense raó aparent, esborrant del teu cap les altres preocupacions del dia.
Dimecres aniré al camp, i quan el vegi allà d’en peu com un estaquirot amb el seu estil de ‘pijo’ intel·lectual que tanta ràbia fa intentaré fer-me el fort: procuraré convencem a mi mateix de que el passat ja ha passat i de que ara tot va molt millor que abans. Que no el necessitem amb nosaltres. No sé que faré quan l’anunciïn per megafonia, però ja em tocarà acceptar que tots els records que tinc d’aquell Barça són probablement els millors que mai tindré de futbol en clau blaugrana, i per tant, se que acabaré aplaudint-lo, tal i com en realitat s’ho mereix.
Ara sí, el que s’ha d’evitar és prolongar aquesta sensació de nostàlgia. Si bé sí que ha de ser rebut amb una gran ovació en el seu retorn al Camp Nou, res d’això ha d’afectar al rendiment  de l’equip sobre el camp, i si ho fa només com a forma de repte o de superació. La nostàlgia i els records es queden abans del xiulet inicial i, en cas de que haguem guanyat, per al final del partit també.
Dimecres nit Barcelona s’aturarà per rebre al artífex del millor Barça de la historia, del millor equip del món. Dimecres el Camp Nou ovacionarà i rendirà un sentit homenatge al millor entrenador que mai ha tingut el club. Però, per casualitats d’agenda, aquell mateix dimecres el Barça es juga la classificació per una final de Lliga de Campions que s’espera antològica, i més si es contra l’etern rival (que d’això ja en parlarem més endavant), i per tant el Barça no pot agenollar-se a aplaudir al seu etern mestre, o no ho ha de fer com a mínim mentre la pilota estigui rodant.

Guardiola torna al Camp Nou